Aclarar



Era, la chica de la estrella, en la nuca. De miradita corta, solapada, con un flequillo encantador. Era, la chica de la estrella, como si fuera redundante, como si hiciera falta, aclarar. Era como decir dos veces hola (hola), tenía, el andar desfachatado, como me gusta decir desfachatado, como si fuera un elogio –desfachatado-, como si hiciera falta aclarar. Una estrella de caminos de pavimento, ya no hay, en esa estrella, calles de tierra, tampoco quedan faroles en las esquinas. Era la desbocada esperanza de abrazar cinco diagonales, como si hiciera falta aclarar, no había nada que aclarar. La estrella de la estrella. La mirada con candor de viento, de gorriones, perdidos, una estrella rustica, de almacén. Pero su mirar era bajito, de baldosa, de terraplen, como si hiciera falta aclarar. Aclarar qué. Las cosas no se tienen que aclarar nunca, se tiran al aire, como una escupida, sobre el andar, el que lo agarra, lo agarra. Aclarar qué. Se fue perdiendo con los días mi visita a la estrella, ya no era posible, una estrella, tiene poco tiempo de vida, encandila, se esfuma, no avisa, desaparece. Seguro por el estupor, andará por otros lados, se canso de lo berreta, de las calles sin árboles. La chica de la estrella en la nuca, con su mirada cortita y un pelo largo como una ruta vacía, interminable, en verano, con agua en el medio, sin carteles, sin publicidad; no la necesitaba, se abría paso, al contado, sin cuotas. DESFACHATADA. Por los caminos, de nubes frescas. Como era eso de aclarar, ja, aclarar. En la mañana con los ojos cansados, con el agua del día rutinario, infiel. Sin comas, sin comas, te aclaro, no puedo.

 Congreso era ese barrio, y es, y seguirá, y será, la puta madre, siendo un barrio de viejos. Tiene un olor a viejo impregnado en su nariz. Salen a pasear sus cadáveres, señora, de corazón, no quiere que le llame a la parca, son dos segunditos, en serio, la llamó y terminamos con todo esto, déjese de joder, qué quiere más pastillitas, quiere hablar de los médicos con Martita, señora déjese ayudar, tengo crédito en el celular, son dos segunditos señora, se le cae la vida por el costadito, tiene la carrocería cansada, déjese de joder, ahí tengo tono, si, acá, una señora, quiere verla, anote la dirección.

Será que nunca fuiste mi estrella, esa nuca. Será que viajabas por los andenes, por la risa incansable, lo único que quedaba, la risa, y mis comas, irreconciliables, por leer al turco Asís, hijo de mil puta, no puedo dejar de leerte, con tus turradas, y esa desfachatez, DESFACHATEZ, increíble como escribís Rodolfo. Será que yo estaba cansado, por los viajes, y mi bolso azul, y esa pensión de mierda, con pibes barbaros, y dueños que veraneaban en Miami. La juntaban en pala, la concha de su madre. Yo me cansé, creí, ingenuo, y chau. A la fácil, a la banquina, o eso que me gusta a mí, esa obsesión, esa idea tan chiquita, esa pasión y ganas, increíbles, de retratar todo, en un cordón. Esos cordones de los que tanto hablo, casi siempre, como si a alguien le interesara. En un principio, es una idea vaga (lo vago siempre está de mi lado, eso que están denostado por las viejitas, que la tengo arriba hablando con la parca, ya va a ver esa vieja, era la hora, dale que se me acaba el crédito), pero que me fascina descubrir, plantear, los cordones y las ilusiones, los cordones marginales, bajar, un poquito, con lo que implica, bajar. Poner un poquito el ego a la par, libre de deudas, libre de escombros, de carretillas de culpas; esos baldíos de esperanzas, bajar, fumar un cigarrillo en el cordón. Caer en la cuenta, lo único que vale, recapitular, en un cordón, con un vaso de cerveza, mi chica de estrella, de miradita entrelazada, con el pelo revuelto, perdido, por el viento.

Señora ya vienen por usted, se acabó, la dejo acá, no se mueva, ya vienen. La parca es puntual, es así la hija de puta, con esto no se jode, viene y listo, a otra cosa. Yo llego tarde al trabajo, nos vemos arriba, fue un placer, se terminó su paseíto diario, las pastillitas, Martita, y ese olor a viejo, ya está, listo. No más reuma, dolores en la rodilla, peleas en la cola de jubilados, listo, ya está. Ahí viene, chau.

Erro un par de llaves, pruebo varias veces, la cosa así no va, me digo, enojado. Firmo una planillita, pongo mi hermosa firma, como si estuviera firmando un autógrafo, como si fuera una estrella de rock, alguien importante, vamos de a poco, les firmo a todos, esperen. Prendo la máquina, pienso en lo que no publico, que guardo con ganas, pienso que es bueno, eso. Pienso, mentira no sirve de nada, es una porquería, no lo público porque es una porquería, sencillo. Pongo el agua para un té, empiezan a llover los cables, lo de siempre, la rutina, la oficina, dentro de todas, la menos agobiante. Llaman de Catamarca, si hermano, hoy vamos con cuatro, si, cuatro.

Dejaste la facultad, como se dejan las cosas, sin aclarar. Dejando de escuchar a profesores frustrados, atrincherados en sus escritorios. En esa impunidad de decir estupideces, pagas, con la seriedad, con anteojitos, con la camisita abotonada hasta arriba, con el librito amarillo. Ja, aclarar. Las cosas se dejan, sin boletas, ni recibos, sin una firmita acá, y ninguna aclaración. Eso es para munditos chiquititos, que andan sueltos, que suben al subte, sueltitos de ropa, escuchando música, encerrados en sus munditos, chiquititos. Con los pies atados, de a saltos, con sus caras dormidas, en las vidrieras con rejas. Aclarar, ja, cuanta risa, aclarar. Firme aquí, señor mundito, si puede, la próxima que sea más chiquitita la firma. Aclarar, es joda.

De algo hay que vivir, y la repetición está al alcance de la mano. Como un maso, que se tira todos los días y siempre las mismas cartas, las mismas caras, un caballo, pero que, con el tiempo, se va cansando, porque no se aguanta siempre la misma escenografía, el mismo teclado, la misma pantalla, la misma publicidad, la misma alfombra, con lamparones de agua, manchas negras. Un maso, encima marcado.

Perdí tu número, perdí tu nombre, tu apellido, el viaje en tren, lo perdí alguna noche, sentado, en un bar, de Congreso, con un increíble olor a viejo, que merodeaba, que cercaba los días, como haciéndose dueño, como desafiando.Perdí el pasado, en una bocacalle, dando vueltas, en falso, en u. Lo único que queda es el cielo negro, espeso, con nubes, algún pronóstico negativo, no va a aclarar, aclarar, ja, aclarar, con esa estrella, no hace falta aclarar.

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